Mito y admiración se unen en un lugar, dos personas y una canción
Leonard Cohen, que falleció en 2016, era un gran admirador de Federico García Lorca. Años atrás decidió dedicarle Take this waltz, canción basada en el poema Pequeño vals vienés de Lorca. Y sólo podía grabarlo en un lugar: mirando a La Alhambra mientras sus muros enrojecían con el sol del atardecer.
Entre 1929 y 1930, Federico García Lorca mantuvo un idilio con Nueva York, con sus calles, con su esencia, fruto de residir allí durante aquel lapso en su vida. Y fue allí, en Nueva York, donde Lorca revela su verdadera condición enamorándose de un hombre. Su declaración de amor fue Pequeño vals vienés. Nunca se ha visto —ni se verá— tal cantidad de imágenes surrealistas, de ensoñaciones, de palabras que suenan a notas musicales sin necesidad de pentagramas que las sostenga.
Muchas décadas después, Leonard Cohen, un enamorado de la obra de Lorca, decidió homenajearle de la mejor manera que sabía: poniendo letra a los sentimientos del poeta granadino. Para ello escogió quizás la mayor colección de sueños en forma de poema de Lorca, ese Pequeño vals vienés lleno de frescas guirnaldas de llano, de vals que se muere en brazos del amor mojando su cola en el mar.
Una canción que, como confesó en una entrevista en 1988, le costó 150 horas de trabajo y una depresión; pues no se trataba sólo de traducir a Lorca, son de recrear y poner música a una de las joyas de Federico García Lorca. Pero una joya cualquiera, sino posiblemente la mejor.
Pero quedaba lo mejor: dónde grabarlo. Y Cohen lo tenía claro: mirando a los muros de La Alhambra enrojecidos con el sol del atardecer esparciendo su lamento en un mar de cármenes.
El resultado sólo podía ser este: