El retraso en las obras y la falta de dinero para pagar a los sirvientes fueron algunos de los motivos para explicar por qué el emperador no pudo alojarse en su residencia definitiva hasta el 3 de febrero de 1557
Después de unos cuantos días de retraso, aconteció lo que tanto deseaba el emperador Carlos V, que era poner rumbo para Yuste, al palacio que había ordenado construir adosado al monasterio. Comparado con otros ejemplos de retiros similares o cosas pergeñadas por una cabeza humana —la del hijo, Felipe II, en El Escorial, no fue floja—, se puede calificar así: una construcción austera y con pocos lujos. Si acaso, el estanque que ordenó construir al pie del palacio por si le daba por echar la caña —la de pescar. La otra ya hacía tiempo que dejó de hacerlo—; y que terminaría siendo su perdición.
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